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domingo, 3 de junio de 2018

Escribir la historia

Junto con el crepitar de la leña
se hace ceniza mi nombre
y me arrastro por la sucia alfombra
porque estoy sano pero no con vida.
En términos médicos sería insuficiencia
de algún tipo. Abro la puerta y con el frío
exterior golpeando me levanto y camino.
No sé a donde voy ni porqué,
es un autoreflejo, no hay raciocinio
tras las decisiones que tomo.
Pienso en abstracto pero sin consciencia,
las palabras son un corsé
para lo que mi mente discierne.
Aquí afuera no estoy seguro, los árboles quieren matarme,
por no sé qué de una condena por crímenes de guerra.
-Vale, así que por eso estoy aquí. ¿Y mi abogado?
-No lo necesitas, juzgamos los hechos, ya conocemos perfectamente la historia.
-La historia la escribimos los vencedores. Alguien debió avisarle también de eso.
-¿Quiere decir que es inocente porque así lo prueban sus palabras?
-Efectivamente.
-¿Y lo que ha dicho más arriba no tiene valor?
-...
-Quiero, decir, sus palabras están limitadas por sus conocimientos y además su testimonio no tiene valor porque es parte en este asunto. ¿No ve lo que ocurre? No ha escrito la historia, le están ganando y alguien le usa de carne de cañón para escribir la suya propia.
-Lo sé, pero admitirá que mi historia es creíble.
-No se confunda amigo, está abusando de la ambigüedad de un término para hacer creer que logra una hazaña.
-Aunque no sea la palabra precisa es igualmente una "hazaña" como usted dice.
-Quizás, mas su dialéctica no vale ante el tribunal de la verdad absoluta. Se le declara culpable.
-¿Eso que quiere decir?
-Que usted pierde, claro, es usted un perdedor desde que nació, sólo que hasta ahora resultaba de utilidad en algún ámbito.
-¿Quiere decir que no escribiré la historia y que mi nombre no será el testimonio de ella? Yo quiero escribir mi verdad y que todos la tomen como suya pero siendo conocedores de que es mía.
-Poesía es la única historia que escriben los perdedores.

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