Hace
tiempo tejí la bandera de la que me enamoré.
No
me importó su color, ni su anchura, ni su longitud.
La
amo porque siempre es sincera y no me engaña
y
cubrirá la tapa de mi ataúd.
Ella
es hoy mi única patria, adiós España.
Nos
besaremos en el cielo cuando muramos.
Somos
de distinta madre pero por siempre hermanos.
Lucharemos
por la felicidad aunque a veces resulte fea
y
que las malas sensaciones se las lleve la marea.
La
luz del Sol la hace brillar como sólo ella sabe
y
acoge la de la Luna mientras me acaricia suave.
Su
nombre no lo sé pero se apellida ternura
y
le da a mis heridas su necesaria cura.
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