La
arena del reloj crea oasis a los que aspiro,
cada
rincón de mi cuerpo suda lágrimas
que
quemarán el bosque para facilitar el camino
a
pesar de que ardan las brasas.
Siento
que cada beso es una palabra
porque
con cada una que doy
queda
menos para no volver a darla.
Este derrame cerebral lo dibujé con 10 años;
la
muerte enamorada de otra
deseando
morir para no hacerse más daño.
Enfermará
esta voz desnuda por cantarle a un glaciar
que
en la Antártida no hay flores,
que
está en venta Nunca Jamás
y
que el cielo se derrite con cada lágrima que llores.
Soberbia poesía! Me fascinó leerte. Saludos!
ResponderEliminarFaa! Un soneto de forma alterada pero con gran contenido e imágenes, saludos desde Buenos Aires!
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